17.10.10

CINE EN INTERNET Thérèse

THÉRÈSE
1986


El director Alain Cavalier nos entrega una película que habla acerca de la vida de una santa. Al contrario de todas las cintas que se han hecho al respecto, y que yo he visto, Thérèse habla de la santidad de una forma más recatada. Es decir, no hay conversaciones con Dios, apariciones, visiones o aleluyas sonando alrededor de la santa en cuestión; el filme es un retrato sencillo de una cotidianidad.

Su simplicidad radica tanto en la producción como en el tratamiento de guión. Todo la cinta esta realizada en una sola habitación. Nunca vemos más allá de dos paredes rodeando a los personajes. Podría sonar tedioso sin embargo este detalle insignificante se olvida los siguientes minutos. Son los actores quienes rellenan este espacio de una forma natural, nunca se necesitó ver más de los sencillos muebles o vestimentas, los cuales, tienen un propósito diferente.

La historia avanza pausadamente por medio de elipsis y diálogos esporádicos a la cámara. Uno puede llegar a pensar que todo el tiempo nos encontramos en silencio sin embargo los sonidos y diálogos son constantes y fundamentales mientras transcurre la película. La personalidad de Thérèse se define por todos los pequeños movimientos, caras y frases que ella dice.

Thérèse es una hermosa película que avanza a su propio ritmo, una vez acostumbrados a él podemos apreciar su gran valor. El filme nos habla de la santidad sin los adornos de la religión o iglesia, es la humanidad de éste ser lo que finalmente es lo que valoran las personas que la rodean. Una interesante y olvidada película que se debería ver.

REFLEXIÓN

Porque la fe se confunde con la locura

En una época donde la ciencia, tecnología y velocidad dominan nuestra vida es poco común ver a las personas dedicarse a un oficio de fe. Si bien los mayores hablan mucho estos temas, la mayoría de los jóvenes rechazan tajantemente las religiones por su falta de apertura o sus creencias que parecieran ser ridículas.

La juventud ya no busca una guía hecha por personas. Hoy en día estan más presentes los múltiples errores de genocido, juicio y pensamiento que muchas religiones han cometido con el paso de los años. Ya no somos los corderos de antes, cada tropiezo de la iglesia es considerado irreversible y imperdonable. Así mismo, muchas creencias inhiben a los jóvenes privandolos de vivir libremente o de ser ellos mismos.

Por las anteriores y otras razones es muy difícil ver a alguien como Theresa. Una persona que desde temprana edad siente el llamado de Dios. Un dios puro y noble que escoge sabiamente a quienes lo representan; que hace posible que otros crean ciegamente en él.

En lo personal admiro mucho a las personas que tienen fe ciega. Al contrario de lo que piensa la mayoría CREER es por mucho, muy complicado. No cualquiera nace con esa vocación, si se le puede decir así. Podemos alegar que fue una enfermedad lo que guiaba la fe de Theresa, un estado de locura incurable e insensato; pero siempre quedará el “que tal si era cierto”.

Respecto a la religión, al menos yo, suelo descriminar información. Siendo de una escuela y familia católica hay varios factores que me formaron creyente mas no practicante. No soy de las personas que tienen una fe ciega en la religión, juzgo y dictamino que puede entrar en mis propias creencias. Por ejemplo, se que mi escuela seguramente no la fundó la Guadalupana cuando le mandó una carta al abad hace 100 años; pero si se que alguien puede sentir un llamado a la vocación sincero y, por ende, apasionado.

Probablemente fue por lo anterior que Alain Cavalier abordo el tema de una manera tan simple. La religión esta en un segundo plano, rodea y crea el ambiente mas son las relaciones, emociones, sentimientos y acciones lo que santifica o perturba la más sencilla y verdadera fe. Una perseverancia y sacrificios representan a esa hermosa y humilde mujer quien en su libreta expresa su imaginario y verdaderos pensamientos, independientemente si Dios le dice que hacer o pensar.

Siendo objetivos la posmodernidad no mató a Dios, la religión murió lentamente mientras avanzaba el siglo veinte. Ahora, nosotros somos una miscelánea de religiones y creencias. Día a día nos formamos espiritualmente, sólo ya no contamos con una guía. Cada quien decide su cielo y su infierno, su penitencia y su purgatorio. Excepto unos cuantos elegidos que todavía admiten que su fe no ha caído.

No hay comentarios: