BLACK SWAN
El Cisne Negro (2010)
GARANTÍA EA
La carrera de Darren Aronofsky no es fácil de describir. Su cine se encuentra en el espacio donde muchos creen que existe un abismo de separación: el cine de arte independiente y el cine comercial. La clasificación de independiente se le atribuye por su manera de filmar y sus temas de gran profundidad temática, tramas que hieren al espectador y lo impresionan dejando una marca en su ser. Su parte comercial es también por su forma de concebir el filme: una edición rápida y visualmente atractiva que no se aleja del cine de acción; y por sus producciones: artistas conocidos pero dispuestos a dejarse arrastrar por la locura.
Cada película que ha hecho es un universo independiente, tratan sobre temas universales, miedos y deseos humanos, las razones de nuestra histeria y de nuestras pasiones. No es de extrañar su reciente "cambio de rumbo" hacia lo que apunta ser una trilogía sobre la entrega al arte, a soñar por ver realizada una pasión, no importa el costo.
Esta trilogía es sobre la pasión humana, los personajes cambian pero el deseo es el mismo: como el arte que practican, de una forma u otra, perfecciona su vida. Todo comenzó con El luchador, un filme que cuenta la historia de un ex-performer de lucha vida. Empieza relatando su soledad y su deseo de realizar lo único que ama en la vida, para lo que su mente está moldeada pero su cuerpo ya no resiste. Pero, a fin de cuentas, el deseo y felicidad interna siempre ganan a la racionalidad y caducidad del cuerpo.
En Cisne negro el deseo sigue siendo el mismo: la perfección de un arte, de una pasión; en este caso: el baile. Sólo el enfoque es diferente, ahora la soledad se aleja de ser el tema principal para dar paso a la locura. Un estado sólo considerado viable por aquellos que saben que sólo de esta forma se consigue la perfección en lo que uno más ama. ¿Acaso el arte no es la locura interior expresada en baile, música, pintura o cine?
Al igual que en El Luchador, El Cisne Negro esta filmado a manera de documental. Con una continua cámara a mano, planos muy cerrados, plano secuencias que cortan con otros plano secuencias; la cinta nos lleva con el personaje y su locura; nos entrega a su punto de vista dejándonos a la merced de una fotografía basada en los negros y blancos, con el cisne blanco y el cisne negro; y una textura que descubre a los personajes como vivos y vulnerables.
Mostrando todas sus capacidades como actriz Natalie Portman como Nina, la bailarina obsesionada con la perfección, muestra una vulnerabilidad y delicadeza impresionantes que contrasta con la maldad que hace muchos guiños a lo largo de la película. Se nota tanto el esfuerzo físico que realizó como en el tono de voz que utiliza. Realmente es merecedora del Globo de Oro como mejor actriz y, seguramente, del Oscar que ganará. Claro está que su reparto de soporte no pudo estar mejor: Barbara Hershey como la madre obsesionada por proteger en un nido infantil a su hija, Vincent Cassel como el director que saca con su sexualidad lo mejor de sus bailarines, Mila Kunis como la rival y deseo de Nina y Winona Ryder como la antítesis/modelo a seguir de Nina.
Por último el diseño sonoro, con todos sus detalles macabros, voces que no provienen de ninguna parte, susurros que acosan al espectador y una música original de Clint Mansell combinada con El Lago de los Cisnes, realmente ponen el pelo de punta, llevando perfectamente el ritmo de la película. Los numerosos pero discretos efectos especiales realzan el detalle olvidando la espectacularidad, provocando una sensación de ataque de repulsión y asombro en el espectador.
Por algo esta película es acerca de las dualidades: la represión sexual demostrada en la timidez y fragilidad del cisne blanco contra la libertad, la lujuria y el caos del cisne negro; la rigidez contra la locura, una locura violenta que transgrede todo lo bueno que Nina (Natalie Portman) no quiere ser si es que realmente desea alcanzar la perfección en su baile. Porque siempre su enemigo más grande será ella misma; su mayor peligro, su pasión. Pero, ¿Cómo sería este mundo sin gente como ella y miles de artistas más? Creo que ya era hora de entender la locura interna de todo gran artista. Aronofsky lo hizo de nuevo.