Cuando Pixar comenzaba a nacer John Lasseter nunca pensó que su primer largometraje cambiaría la historia de la animación. El primer ataque vino desde la animación a mano. Es sólo una etapa, decían, pasará y Disney retomará la batuta. Sin embargo, Pixar mostró lo contrario. Mas, no eran los grandes efectos lo impresionante, era y sigue siendo la historia. Una lección que Disney nunca entendió.
Toy Story tomaría nuestro corazón por su historia, su forma de contar, de humanizar juguetes, de emocionarnos; cada uno de nosotros fue testigo de este evento. Cuatro años después quitarían el mito de la segunda parte mala. Nos sorprenderían con aventuras nuevas, canciones, lágrimas e increíbles referencias cinematográficas. En cada una no sólo hay cosas para niños, podemos encontrar dilemas existenciales que los adultos enfrentan día a día. Al final, eso es lo hermoso de estas películas; no importa si la vez hoy o dentro de 6 años, siempre se podrán encontrar referencias, sentimientos, risas y lágrimas nuevas en cada escena. Yo nunca pude deshacerme de esa sensación, de mis amigos fieles, mis juguetes favoritos, de mis primeras películas.
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